jueves, 22 de octubre de 2009

Hesperidina renueva su etiqueta, la quinta en su historia.




Ya hemos hablado en posteos anteriores que Hesperidina ha tenido el lujo de ser pionera en muchos aspectos y su etiqueta “antipiratería” es, sin duda, uno de ellos.

En 1866, a dos años de su lanzamiento, Hesperidina se encontraba azotada por una ola de imitadores que, aprovechándose de la falta de una legislación que protegiera las marcas, intentaban lograr un lugar en este nuevo mercado.
Al comienzo su creador, Melville Sewell B., sólo podía defenderse mediante piezas publicitarias como por ejemplo un curioso volante repartido en las calles que alertaba al público a elegir sólo las botellas que “tengan los rótulos con mi nombre y firma al pie, que sean vendidos por los respetables depositarios de mi Hesperidina anunciados por los diarios, que su precio no sea inferior a 300 pesos la docena o 30 pesos la botella, debiendo desconfiarse de todo artículo que se ofrezca a precio menor, y que no procedan de venta en público porque mi Hesperidina nunca se ha vendido ni se venderá en remates”.

En 1867 Melville decide tomar una segunda medida y crea un envase único y una etiqueta grabada en acero de una perfección artística inimitable como el más complicado billete de banco. Para dicha tarea fue contratada la Bank Note Company de New York, responsable de la impresión de los dólares norteamericanos.

Doce años después de su creación, afortunadamente el gobierno sanciona la ley de marcas. Iniciativa de Melville quien también colaboró con la redacción de dicha ley acercando a los legisladores locales la que existía en los EEUU. En homenaje a la dedicación de Melville se le otorgó la marca número 1 a su Hesperidina.

Hoy la nueva etiqueta de Hesperidina, lejos de ser un elemento anti-piratería, le devuelve a la bebida parte del espíritu de sus primeras manifestaciones visuales perdidas con los sucesivos cambios de diseño. Hesperidina cambió otra vez su pilcha, pero el corazón sigue intacto.